Los invito a leer la siguiente nota, un trabajo realizado en relación al “Año Internacional de las Lenguas Indígenas”.

La lengua, parte de la identidad cultural y de la comunicación.

“Nej nij moj majchijlia kuali wuan nij pajtok noj tatwuan hech kajwij likej ninj nejtoj kajhuij lil”. (“Yo me siento bien y estoy feliz, mis padres me dejaron una herencia”). Así lo destacó la señora María Emelia Rosales Santiago quien es hablante de tres lenguas y habitante del municipio de Hueytlalpan, Puebla.

En el marco al “Año Internacional de las Lenguas Indígenas”, se entrevistó a la Sra. María Emelia Rosales Santiago por ser políglota, es decir, domina dos lenguas indígenas que son el Náhuatl y el Tutunakú, además del castellano.

María Emelia Rosales Santiago, manifestó su tristeza por la desaparición de las lenguas indígenas y para ella es una riqueza cultural, porque los abuelos lo han transmitido de generación en generación.
“Me siento muy tranquila porque mis hijos, gracias a Dios, han sabido hablar los tres idiomas también, me siento muy orgullosa de haberlo hecho, porque mi raza así fue”.

Así se expresó, por haber logrado que todos sus hijos hayan aprendido hablar dos lenguas originarias (Náhuatl y Tutunakú) y el castellano.
La finalidad de esto, es dar a conocer la importancia de que las lenguas originarias forman parte de la identidad y de la comunicación, María Emelia Rosales se siente orgullosa de su origen: “me siento feliz porque mis padres me dejaron esa herencia, y no voy a dejar de hablar mi idioma porque es mi idioma”, agregó.
María Emelia, forma parte de la cultura Náhuatl ya que sus orígenes provienen del municipio de Huitzilan de Serdán, Puebla, quienes también son nahuahablantes. Sin embargo, ella nació en el municipio de Hueytlalpan; fue por eso que desde niña aprendió hablar el náhuatl y se siente orgullosa de pertenecer a dicha cultura por lo que para ella es una herencia.
“Soy indígena porque así es mi raza y no me avergüenzo, me siento orgullosa de haber hecho que ellos me dejaran una herencia, porque es una herencia”, opinó.
Rosales Santiago aprendió a hablar el Tutunakú justamente cuando hizo su vida con su esposo el señor Juan Ramos Juan, él es hablante de esta lengua y eso le ha permitido comunicarse y relacionarse con la gente de Hueytlalpan quienes son hablantes de esta lengua (Tutunakú).
Ella, en ocasiones se ha sentido rechazada y burlada por ser hablante de la lengua Náhuatl dentro del pueblo de Hueytlapan (por ser hablantes del Tutunakú). “Me he sentido triste de que hablan de mí, que soy una india, yo hablo lo que es, pero no estoy hablando mal de la persona, simplemente lo que es”, comentó.

Emelia Rosales manifestó su inconformidad de que los gobiernos de cualquier partido no han sabido gobernar a favor del pueblo, en especial a los pueblos indígenas, “todos los gobiernos son iguales, pues me gustaría que se sepan respetar las leyes y que la justicia se haga como lo merece, apoyen al pueblo, apoyen a todos por igual y que bueno fuera que un gobierno hubiera entrado con el idioma indígena”, recalcó.
Por eso las lenguas indígenas forman parte de la identidad cultural, la forma de vivir, y de la comunicación, porque solo así nos relacionamos y nos apoyamos mutuamente cuando lo necesitamos, así lo comentó Doña Emelia en Tutunakú:
“Akit nayuma kwilaw unú katuxawat, lakgachunin nikgaliyaw wantu´ talakaskima kchikí, akgtun tachuwinenaw wantí akagtakskgoy tachuwin, lamasakwaniyaw wuanko´ pi´ chuna, ktalalinaw kristianos”.
“Yo como vivo aquí en esta tierra, en ocasiones no tenemos lo que se ocupa en casa, y nos comunicamos con las personas que entienden esta lengua, para prestarnos lo que nos hace falta, siempre y cuando nos llevemos así con las personas”.
Las lenguas indígenas no tienen que ser despreciadas, mucho menos de los que somos hablantes alguna de éstas, puesto que cada lengua, así como las lenguas extranjeras y las lenguas indígenas tienen su propia forma, además de que está compuesto por su propia fonología, morfología, sintaxis, y su semántica. Por esa razón debe de ser valorada y enriquecida, pero lamentablemente desde la ‘conquista’ nos han despreciado y humillado por ser indígenas, y mientras sigamos sometidos a este sistema en el que vive nuestro país solo nos queda luchar por nuestros derechos lingüísticos para que nos valoren y se nos reconozcan, sin embargo la sociedad nos ha catalogado que por el hecho de hablar una lengua originaria es sinónimo de ignorancia, puesto que no es así ya que cada pueblo tiene su propia identidad cultural.
Agradezco por la colaboración de la señora María Emelia Rosales Santiago, porque sin ella no se hubiera logrado este objetivo: dar a conocer que las lenguas indígenas serán siempre parte de nuestra comunicación.

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